sábado, 30 de noviembre de 2013

VIDAS REBELDES (THE MISFITS)




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A mis ocres años me visitan como amigas noches en que no duermo,
viejas conocidas que traen a ese mastín que ladra sin ruido llamado insomnio,
un animal de ojos despiertos que me recuerda a Dooley, mi viejo perro,
como el eco de un ladrido que reverbera por las montañas de Nevada,
y en la almohada oigo el latido de mi emoción junto a tu sonrisa dormida,
y es entonces, al ritmo de tu respiración, cuando retrocede mi edad
y revivo los tiempos en que aún era cowboy, esa especie en extinción,
la época en que yo amaba los caminos y tú te creías la novia del fracaso,
la rubia de los desastres, cuando nos conocimos en Rheno, la ciudad
donde se venden menos camas de matrimonio y las alianzas se regalan,
y nos presentó Guido, aquel piloto experto en autocompasión de emergencia
desde que perdió a su esposa porque no llevaba una rueda de repuesto,
y aunque pareció contagiar tu belleza de su sorda tristeza,
ni siquiera él apagó la lámpara que como en una estatua de alabastro
te iluminaba por dentro la translúcida piel de espuma y nácar.
A mí me gustó que igual que yo solo hubieras leído el vuelo de las palomas
y a ti te encantó mi vida: tirar piedras a una lata, silbar, mirar las estrellas.
La verdad es que tu belleza aún era triste como un lirio bajo la lluvia, 
pero tu tristeza solo era relativa: en torno a ti los hombres se alegraban.


En la oscuridad de estas noches sin sueño, como en unos planos
alumbrados por un flexo y la lúcida borrachera de un arquitecto,
se diseñan la planta y media de la ruinosa casa de campo de Guido,
que pasó de museo de su desgracia a teatro de nuestra felicidad,
chirría la puerta de la nevera que gestaba los cubitos y me pregunta
si todavía bebemos tanto, si seguimos con aquellos amigos desastrosos
o si aún bailamos bajo la luna ebrios de tristeza y desesperación,
otras noches me hace toser en la cama aquella chimenea, celosa
de que después haya pintado alguna otra de un rojo tan vivo
o de que en otro jardín haya plantado heliotropos tan malvas
como los que ponía sobre su repisa en aquel jarrón de porcelana,
yo, que inútil como un poeta lo único que había hecho por ninguna mujer
antes que tú fue desabrocharle el vestido o bajarle la cremallera,
pero creé un hogar allí donde solo iban a dormir los pájaros.
Hay noches que en mis ojos cerrados cabrillean los lagos donde te bañabas,
y sus olas me preguntan si tu cuerpo aún es tan curvo y blando y pleno
como una estatua de la fertilidad, si ya no brillas con el fulgor
del último reflejo que de tu silueta aún guardan sus aguas,
y otras noches en que como en la panorámica de un western
se extienden las montañas donde creía conservar mi libertad
asesinando a una especie de caballos tan en extinción como los cowboys,
hasta que le arrojaste a mi pasado un balde de sangre
que me hizo apreciar todo su horror y me enseñaste el asco de mí mismo
y que estaba echándole el lazo a mi vida y no a sus crines,
amarrando mis sueños y vendiendo mis ilusiones como carne para perros,
y me convenciste de que si era contigo la vida sedentaria sería aventurera
y de la verdad de todas esas frases que de día son una cursilería
pero que estas noches me alegran el insomnio junto a tu sueño.
 
    

2 comentarios:

  1. Hay metaforas muy acertadas para mingusto y muy buena la definicion; una mujer triste que alegraba a los hombres. Creo que en la pelicula lon1ue une a los tres es la conciencia que tienen de la desgracia delmotro, y de esa desgracia comun nace una cierta alegria. Creo q eso también está en lo que escribes. Salud! ;)

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  2. Gracias por lectura tan generosa! Estoy de acuerdo con loa que dices, de hecho uniría en esa sensación de "tristeza feliz" al personaje interpretado por Thelma Ritter (la amiga de Marilyn). Saludos!

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