lunes, 20 de julio de 2015

VIVE COMO QUIERAS


                   

Cuando de las cenizas de tus cigarros renace el pájaro del aburrimiento
y asolan tus pañuelos las hormigas del arrepentimiento.

Cuando de la cesta rebotan las cabezas arrugadas de tus papeles
y reptan las cucarachas por las paredes del pensamiento.

Cuando por error del correo te llega una Underwood
y decides dejarlo todo para escribir comedias de salón.

Cuando ya te niegas a vender más miedos por cuenta ajena
y te da por alquilar tus sueños a cualquier inquilino en quiebra.

Cuando la tristeza se propaga como una epidemia de termitas
y quisieras bajarles las cremallera a todas las vecinas.

Cuando solo te quedan ganas de husmear en los armarios ajenos
y la naftalina, la muselina, te recuerdan voces, hábitos del pasado.

Cuando no quieres que te llegue la hora en la sala de espera
y luego describes todos los síntomas del asma en el alma.

Cuando nadie te compra a plazos ninguna ilusión
y como globos sigues inflándolas  a golpe de pulmón.

Cuando como unas esposas te arrancas el reloj de la muñeca
y decides que es burgués llevar calzoncillos o cartera.

Cando la corbata se te desangra en el pecho
y el maletín siniestro va dejando el rastro de un cadáver sangriento.

Cuando en una reunión de trabajo haces pajaritas con las estadísticas
y pides la palabra para aconsejarle a tu jefa que baile claqué sobre la mesa.

Cuando con unas tijeras cortas el cordón umbilical del teléfono
y con los balcones abiertos te paseas desnudo por las habitaciones.

Cuando tus hijos te parecen más implacables que recaudadores
y de la muerte vienen tus padres a defender sus ideales.

Cuando tus penas aprenden a nadar en el oleaje de las copas
y como a muñecos tus amigos le dan cuerda a tus fantasmas.

Cuando por tu culpa el psiquiatra se da de baja
y te ves obligado a practicar gimnasia, pilates, yoga.

Cuando en tu jardín plantas uñas, pezuñas, cizaña o algún cadáver
con la esperanza de que crezca una planta carnívora o un muerto viviente.

Cuando tienes ganas de ver un film de Capra con palomitas, pipas, cocaína,
pero sin noticiario, sin tener que cogerle a nadie de la mano.

Cuando descubres que te has equivocado de piso, de vida, de pareja,
y que llevas una excusa de más, el dinero justo, una cerveza de menos.

Cuando solo quieres ensuciarte el cerebro de malos pensamientos
o limpiártelo de los grafitis que en él te han escrito maestros necios.

Cuando solo encuentras la felicidad envasada al vacío
y la nostalgia es un paquete devuelto por destinatario desconocido.

Cuando el café lo rocías de sal y de azúcar la sopa,
cuando te sorprenden en la manga la última carta de la esperanza,

solo entonces serás de los nuestros:
el abuelo siempre admite a otro loco.

                             
  

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